sábado, 13 de septiembre de 2014

Que hueva; Historia.


Jair Valdés.

Casi todos los días un Historiador, un docente, algún profesionista cuya herramienta de estudio es la historia se topa con la clásica sentencia: Que hueva; Historia.

¿Historia para qué? Si bien es difícil hacerles entender a nuestros compañeros la importancia de la historia, nosotros cuya herramienta de trabajo es su estudio, es importante tener bien en cuenta este cuestionamiento y no solo este, sino que vendrían a complementarlo algunas otras incógnitas sobre el papel que está jugando como área de conocimiento.

El hecho de que en muchas generaciones esta palabra genere aversión, flojera, hartazgo o “hueva” es precisamente porque se han apropiado de ella y no han encontrado la forma de transmitirla correctamente a las generaciones actuales.

No solo el gobierno ha sido el culpable de la mala utilización de personajes, guerras, causas y motivos para vincularlos con movimientos y actos políticos que influyan positivamente en los partidos de mayor poder, ahora podemos decir que no solo el gobierno es responsable de esta atrocidad, los poderes facticos y los medios de comunicación manipulan la historia políticamente para beneficiarse.

Los historiadores y los pedagogos deben emprender un camino por medio del cual encontrar la manera más eficaz de llegar a las nuevas generaciones.

Muchos de los jóvenes crecieron relacionando la historia con por ejemplo, los días festivos, el pozole y el tequila el 15 de septiembre, las banderas que adornan los salones este mes, los tediosos honores a la bandera de todos los lunes, los puentes vacacionales.

Un dos de octubre por ejemplo, para muchos adultos y jóvenes es la lección que debieron de aprender quienes andaban de “revoltosos”, la guerra de baja intensidad en Chiapas o en Guerrero contra el EZLN o el EPR, es para la mayoría el control del gobierno sobre fuerzas separatistas que seguramente obtienen recursos del narcotráfico y que buscan desestabilizar el buen gobierno de México, así pues para muchos que escuchan y ven la historia  contaminada por conceptos como: “revoltosos, separatistas o huevones” etiquetas que provienen de los gobernantes y difundidas por sus canales de comunicación, entienden la historia como hechos aislados a su vida y que no tienen nada que ver con su economía, su educación y su destino.

Para el grueso de la población acercarse a la historia es una labor titánica pues primeramente acceder a un libro es costoso, leer es un hábito no inculcado y además pedagógicamente no se construyen las vías adecuadas para la comprensión, entendimiento, análisis y crítica de los hechos y sucesos pasados y actuales que convergen y se entrelazan para configurar el contexto actual en el que vivimos que resulta ser nuestro presente y futuro.

Así entonces en México para cualquier hijo de familia la revolución es igual a un día feriado, y la independencia es igual a reunirnos para comer y beber alcohol.

México no es el único país donde la historia se moldea a conveniencia de los que gobiernan, o donde se destacan detalles irrelevantes, más sin embargo es necesario comenzar con los análisis en casa y en esa línea otro hecho es que  conocemos mejor las alineaciones de los equipos de fútbol o el día a día de una telenovela o un reality show que las causas que originaron la lucha de Independencia de México.

Teniendo en cuenta que quien está en el poder nos venderá durante su gobierno hechos pasados que justifiquen su actual labor o misión, un gobernante espurio ordenara que durante su gobierno se hable de aquellos personajes históricos que ocuparon un cargo ilegítimamente o se “compartirán las ganancias” de la extracción de petróleo con empresas extranjeras, justificando que el petróleo es nuestro en un comercial con la imagen de fondo de Lázaro Cárdenas.

En lo personal siento que muchos historiadores están inmersos en un sueño, la gran mayoría no está actuando en favor de su sociedad, creo que es muy limitada también la participación del maestro, si bien su papel no será manipular al alumno a irse a la izquierda o a la derecha, si debe mostrar una visión más crítica, analítica y profunda.

Mientras no hagamos nada por cambiar el sentido o la noción que tiene la gente de la historia y su objeto de estudio, la sociedad siempre la etiquetara como algo inservible, hechos pasados que no repercuten en el presente.


La legitimidad de la historia y la política se ha perdido porque no hemos contado las crónicas, de los que han luchado para transformar sociedades que vivían en la oscuridad, porque no hemos dado importancia a comprender  el arduo trabajo que se dio para que la mujer votara, que los negros tuvieran un poquito más de respeto, está en nuestras manos devolverle la legitimidad a la Historia, a la educación y a la política. 

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