Jair Valdés.
“El peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir
el medio ambiente, o al prójimo, aumenta a mucha mayor velocidad que nuestra
sabiduría en el uso de ese poder.” Stephen Hawking
Vivir el siglo XXI suena y se lee como si estuviéramos en
el inicio de una serie de acontecimientos que nos conducirán a mejores
condiciones de vida, sociales, económicas, políticas y ambientales. Palabras
como; discriminación, racismo, ignorancia, analfabetismo, pobreza, enfermedad,
virus, basura, contaminación, desigualdad, ecocidio, genocidio, homofobia
suenan muy lejanas cuando a la par hacemos uso de tecnologías que se conectan e
interactúan con la mayor parte de las cosas que tenemos en el hogar, en el
automóvil y en el trabajo, suenan muy lejanas cuando ya se piensa en la
conquista del planeta Marte para que la habiten los hombres más ricos del
mundo, en fin suenan lejanas cuando los políticos de todo el mundo cual títeres
cuyos hilos mueven las empresas y negocios titánicos nos hablan en sus
discursos todo el tiempo de modernidad, transformación y reformas.
De hecho muchas familias en el mundo viven en el
entendido de un siglo XXI que soñaron, que leyeron y que miraran a través de
las pantallas de cine, pero puedo asegurar que solo un pequeño grupo de
familias de México y el mundo gozan de toda la tecnología del siglo XXI y no
solo eso sino de productos orgánicos, cuyo proceso de elaboración es muy
distinto al proceso que se lleva acabo para alimentar al resto del mundo, que
procede de granjas en las cuales todo el tiempo se asesinan crías engordadas
con hormonas y otros químicos o de una agricultura de semillas alteradas.
Lo cierto también es que el racismo, la discriminación y
la desigualdad social siguen tan presentes como en siglos pasados, las formulas
han cambiado, ya no se segrega tan fácilmente ni tampoco se comete crimen tan
abiertamente contra poblaciones no deseadas, pero el capitalismo y sus hijos el
neoliberalismo y la globalización se han encargado de generar todo un contexto
donde sutilmente se dibuje la delgada línea que divide a “los buenos hombres”
de los que no merecen nada y de los
que no tenemos las suficientes herramientas intelectuales para arder en la
revolución intelectual que el mundo necesita orientado hacia una equidad
universal, un acceso libre y plural a la tecnología y el derecho a alimentarnos
sanamente, conscientemente de lo que estamos llevando a nuestras bocas y a
gozar de un ambiente fresco, libre y tranquilo, que se diferencia mucho del
imaginario fabricado de una persona manipulada que pudiera imaginar la sombra y
frescura de un centro comercial, cuando de lo que estamos hablando es sin duda,
de áreas verdes.
Estudiar, estudiar, estudiar es una de las medicinas que
el hombre requiere, estudiar, aprender, conocer, tener disposición a vaciar la
taza de té para llenarla de nuevo, tener disposición para aprender de los que
consideramos que no pueden enseñarnos nada, caminar en el eterno camino de la
construcción de conocimiento, es la mejor medicina y al mismo tiempo el mejor
alimento para el individuo.
Es cierto que pudiera pensarse y de hecho a veces lo
pienso que a mayor conocimiento, mayor tristeza, soledad, preocupación,
inquietud, desesperanza y perdida de fe, pero no deja de ser una buena droga,
mejor que cualquier aspirina, paracetamol, prozac, cigarro de marihuana, alcohol
o cualquier otra droga o tranquilizante.
A lo largo de la historia la educación ha sido el juguete
del poder, es por eso que la educación es controlada y dosificada por los gobiernos y los nuevos poseedores del poder: las empresas y los negocios. La educación genera tantas posibilidades de desarrollo y crecimiento
que nos puede conducir a ese momento que se menciona tan utópicamente en el
cual caen los gobiernos tal como los conocemos ahora, porque probablemente
estructuraríamos nuevas formas de gobierno donde no se utilice el miedo y el
poder de las armas como aparato de control, donde la educación sea para todos
sin el control de un sistema, donde la tecnología nos posibilite de forma
universal el salto a la exploración de nuevos mundos, donde el mercado no
determine el destino feliz y bello para unos cuantos y el destino ominoso para
la gran mayoría de la población en el mundo.
Estudiar, estudiar, estudiar es el verbo y la acción para
enfrentar las reformas educativas que se extienden por el mundo, con formatos
específicos para países latinoamericanos, africanos y donde como dice Galeano
en las Venas abiertas de América Latina su riqueza es su mayor desgracia.
Estudiar es la mejor receta frente a una educación reduccionista que cada día
profesionaliza menos, que cada día sensibiliza menos, que cada día nos arranca
la humanidad de las manos y del corazón, que cada día preestablece más lo que
debemos pensar y sentir y como debemos pensar y sentir.
Dejemos pues, sin dejar de luchar desde luego, que
quienes se creen dueños de la vida de los hombres diseñen sus planes malévolos,
la lucha debe persistir en múltiples escenarios porque exigiendo y levantando
la voz damos ejemplo de coraje y templanza ante quien pretende pisarnos,
estudiemos, aprendamos y conozcamos para que aunque de momento, por instantes
triunfen los planes malditos que pretenden desaparecer las cosas buenas del ser
humano, nosotros sigamos mamando con fuerza de la teta de la vida y su legado.
Será de noche por un tiempo pero brillar es nuestro
deber, que diseñen sus planes de estudio los que viven del neoliberalismo,
hagamos nosotros nuestro propio plan estudios, aferrémonos a las letras, los
números, las notas musicales, las pinceladas, los golpes con el cincel, la
técnica y el deporte. Nos enseñaron a añorar, desear, soñar, sentir y sufrir
por el dinero, hay que vaciar la taza y enseñémonos a añorar, desear, soñar,
sentir y sufrir por el conocimiento.
"El hombre ha de escoger entre ser rico en cosas o en la libertad de usarlas"
Iván Illich
Iván Illich
¿Quién dice que el mundo debe ser un mundo, quién dice
que el mundo debe hablar un solo idioma?
Añoramos muchos que el siglo XXI y los que vengan sean
ese mundo donde el hombre ha evolucionado y ha permitido mutaciones genéticas
favorables, añoramos la diversidad que solo leemos en las historietas gráficas,
nos gusta ver la interacción con otros universos y seres, pero ya nuestro
planeta ha sido por mucho tiempo ese universo, es el hogar de millones de
especies de distintos reinos; animal, de plantas, de insectos, es el hogar de
seres que hablan múltiples idiomas, y es el hogar de individuos que han
decidido vivir su sexualidad libremente, de bellas poblaciones indígenas, de
renegadas, solitarias y poco entendidas poblaciones callejeras, de seres que
vuelan, de seres que se arrastran en la profunda tierra, de seres luminiscentesen
las más profundas aguas, de seres que configuran la tecnología que desearon y
plasmaron en la ciencia ficción años atrás.
La educación es la posibilidad de llegar a ese mundo,
acabar con los errores más comunes y ominosos del ser humano es una tarea que
no se dejara de construir, somos jóvenes, incluso bebes en este planeta que nos
lleva millones de años transcurridos, no debemos desesperar ni rendirnos, ni
pensar en soluciones inmediatas de un día a otro, pero si mantener en alto las
palabras y el ideal de Freire que todos anhelamos; educar para liberar.
No invito a la pasividad y conformismo, invito a estudiar,
aprender y conocer, a ser activos y leales con los seres humanos y toda forma
de vida del planeta y en ese propósito debemos ser más activos que nunca.